En 1716 el rey de Prusia
Federico Guillermo I envió un magnifico regalo al zar Pedro el Grande. Este
presente era ni más ni menos que una sala de 55 m², formada de ámbar; las
paredes, los cuadros, el suelo, las estatuas… todo estaba tallado en ámbar.
Esta magnifica estancia es para algunos la octava maravilla del mundo y fue uno
de los tesoros con más valor artístico que ha tenido Rusia en toda la historia.
La cámara fue robada por los nazis en 1941 y hoy en día se desconoce su
paradero. Hay varias ideas de donde puede estar, algunos creen que fue destrozada
por los bombardeos de la segunda guerra mundial, otros que fue destruida en un
castillo durante un incendio, también hay una teoría que dice que cuando se
estaba transportando la sala, el barco que la llevaba se hundió y ahora está en
el fondo del mar Báltico, hay otras suposiciones que cuentan que fue escondida
bajo tierra en la mina abandonada de Turingia o que la escondieron en algún
bunker para que no la encontraran. Si está última opción fuera correcta
actualmente la estancia estaría totalmente destrozada debido a que no ha
recibido ningún cuidado desde entonces. En cualquiera de los casos la idea de
recuperarla es prácticamente imposible. Por ello en 1979 se inicio un proyecto
para hacer una réplica exacta de esta antigua maravilla que se finalizó en 2003,
está compuesta por 6 toneladas de ámbar, está valorada en 10 millones de
dólares y se encuentra en San Petersburgo. Aquí podéis ver una foto de ella.
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